Si tienes algo de rodaje en el mundo laboral y has trabajado en varias empresas, lo más probable es que tus diferentes jefes no tuvieran el mismo estilo a la hora de dirigir un equipo. Hace poco hablábamos de la felicidad laboral y comentábamos la importancia de disfrutar de un ambiente agradable en el trabajo. Y es que tener que soportar a diario a un jefe que echa fuego por la boca puede resultar nocivo para la salud mental. Hemos pensado que ya hay muchos artículos formales sobre liderazgo, así que vamos a retratar los tipos de jefes que te puedes encontrar en clave de humor.
Tipos de jefes que existen (de mejor a peor)
- El jefe 10. Sí, la existencia del jefe 10 no es una leyenda, son raros en su especie pero los hay (y en PLATEA FORMACIÓN damos fe de esto). El jefe 10 es un líder carismático que vela por los intereses de la empresa y, a su vez, se preocupa (de verdad) por el bienestar de sus empleados. Explica con claridad las funciones de cada puesto de trabajo, aporta formación si esta es necesaria, escucha y valora la opinión y propuestas de su equipo, y es una persona flexible. Se gana el respeto y el cariño de sus empleados por su carisma y su humanidad, y no precisa inspirar miedo para que sus empleados cumplan las normas. El jefe 10 es aquel o aquella con el que te puedes ir de cañas los viernes, que tiene un detalle por tu cumpleaños y con el que compartes hasta un grupo de WhatsApp. Además, motiva a sus empleados y les hace ver que su trabajo es necesario en el engranaje de la organización. Basado en hechos reales, prometido.
- El jefe correcto. Estos tipos de jefes son parecidos al anterior aunque con algún matiz. Son personas preparadas para el puesto, competentes y que dirigen bien al equipo. Cuando calificamos a alguien de «correcto» normalmente suele ser porque objetivamente posee virtudes, pero no nos entusiasma. Bien sea porque mantienes una relación estrictamente laboral, bien sea porque lo consideras un jefe capacitado pero tampoco como para tirar cohetes, este tipo de personas no nos marcan demasiado. Para que te hagas una idea: es como esas series de Netflix que de primeras no recomendarías pero que si te preguntan que si merece la pena verlas dirías que sí (y lo piensas de verdad).
- El original. ¿Sabes cómo son esas personas que cuando llegan a un sitio da la sensación de que desatan un vendaval? Así son los jefes que podemos definir como originales. Estos tipos de jefes llegan a los departamentos con ideas excéntricas, poco realistas y que suscitan el asombro (y a veces el caos) en el resto de la plantilla. Que lo de soñar está bien, pero a veces una solución práctica puede ser la decisión más inteligente.
- El ausente. Entre los tipos de jefes que puedes encontrarte a lo largo de tu vida profesional, el ausente es un clásico. ¿Te suena el perfil de líder que siempre está reunido, de viaje de trabajo o atendiendo llamadas? Pues eso. La parte positiva del jefe ausente es que, en cierta manera, trabajas a «tu aire». Nadie te mirará con recelo si te vas 10 minutos antes o si estás con los dedos pegados al móvil y el cuello inclinado sobre la pantalla (con el consiguiente riesgo de tortícolis aguda) durante media hora. Pero claro, ¿qué pasa si de repente tienes una duda de la que dependen el resto de tus labores o si estás desempeñando mal algún proceso sin que nadie te alerte? En serio, lo de tener un jefe que está de forma permanente en «modo fantasma» no es tan divertido como parece.
- El tiquismiquis (que además es olvidadizo o contradictorio en ciertos casos). Buscar la perfección y la excelencia no es algo malo sino todo lo contrario. Sin embargo, todos sabemos que existen personas que son perfeccionistas en grado superlativo y que si no ponen ellos su toque personal a la tarea en cuestión no están a gusto. Que si aquí falta una coma, que si el tipo de letra del informe no me gusta, que por qué has tardado en coger al teléfono… En fin, que si se contrata a una persona es porque se piensa que está capacitada para el puesto, y no es normal que haga todas las cosas mal (salvo excepciones). Claro que si al hecho de verte asfixiado por un jefe tiquismiquis le sumas que también se contradice (aquí es cuando tu cabeza piensa «pero si ayer me dijo que lo hiciera el mes que viene y no este»), la situación puede ser insostenible.
- El adicto al trabajo. ¿Tienes un jefe que se pone tenso cada vez que vas a pedir un día libre o que te mira con una cara hasta los pies cuando te vas del trabajo a tu hora? Pues sentimos decirte que estás frente a un adicto al trabajo de manual, y eso tiene difícil tratamiento. El trabajo puede llegar a ser una adicción como otra cualquiera cuando toda tu ilusión se reduce a alcanzar objetivos económicos, a acumular más poder y cuando la ambición se torna desmedida. Estos tipos de jefes no son capaces de comprender que el centro de tu vida no es tu trabajo, así que tú decides hasta dónde estás dispuesto a aguantar.
- El que no da una. El enchufismo no es un invento moderno, y hay personas que están donde están porque han sido puestas a dedo. Lo que pasa es que, por desgracia para estos tipos de jefes, sus empleados se dan cuenta de que son incompetentes… Una verdadera lástima (nótese el sarcasmo). El origen de la incompetencia pueden ser carencias en la formación, falta de experiencia o el desconocimiento absoluto de la empresa. Que no os toque uno de estos porque son terribles.
- El terror de la oficina. Esta es la versión muggle de Voldemort. Si en la oficina tu jefe es como «Aquel que no debe ser nombrado», os echáis a temblar cuando os llama al despacho y los gritos son la banda sonora de tu empresa, mal asunto. En este caso creemos que sí tienes motivos para cambiar de trabajo.
Y tú, ¿qué tipos de jefes conoces? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!