La figura del directivo siempre es la menos popular y esto es algo fácil de entender: es la persona que da órdenes, la que a veces toma decisiones que pueden perjudicar a otros miembros de la organización y la que tiene el poder de ponerte de patitas en la calle llegado el caso. Sin embargo, hay que saber hacer autocrítica y todos los empleados no son perfectos. Si hace unos días hablábamos de los tipos de jefes que existen en clave de humor, esta semana vamos a examinar (y a apretarles las tuercas) a los distintos tipos de empleados que podemos encontrar en las empresas.

Tipos de empleados que existen (de mejor a peor)

  • El empleado ideal. Igual que comentábamos que vemos jefes cuya labor es intachable, también hay empleados que están a la altura de estos líderes. Se trata de personas competentes, capacitadas para el puesto que desempeñan, con un saber estar exquisito y con iniciativa. Estos tipos de empleados no se corresponden con perfiles sumisos ni con el pelota de turno: son personas comprensivas que en un momento dado le expresan sin ambages su opinión a su jefe aunque no sea de su agrado.
  • El empleado correcto. También citábamos este tipo de perfil en el post sobre los distintos jefes. Estos tipos de empleados tal vez no sean los más brillantes de la empresa, pero llevan a cabo sus labores con eficiencia, cumplen sus horarios y mantienen una relación cordial con sus superiores. Por poner un ejemplo que no esté relacionado con el mundo laboral, estos trabajadores son como esos amigos que forman parte de tu pandilla y a los que aprecias pero a los que no consideras tus besties.
  • El adicto al trabajo. En la mayoría de las empresas existe ese tipo de persona que realiza horas extra sin que nadie se las pida. Ya sea porque tiene carencias en su vida y las quiera suplir con el trabajo, ya sea porque pretende ascender o labrarse una buena imagen de cara al jefe, estas personas trabajan más de la cuenta por decisión propia. Trabajar de más no es que sea algo negativo, por supuesto, pero si tu superior no te lo ha exigido y, por tanto, ese tiempo extra no es remunerado, plantéate si te merece la pena.
  • El proactivo (que se pasa de vueltas). Las empresas necesitan trabajadores proactivos que aporten ideas nuevas al equipo y que no se limiten a hacer lo que se les manda. Pero todos conocemos a ese pesadito/a de la oficina al que le encanta hacerse notar y que está continuamente proponiendo cosas, sean o no adecuadas, y sin calibrar si es el momento óptimo para sugerirlas. Aunque no se puede negar que el hecho de tomar la iniciativa y ser participativo resulta positivo para la organización, llevado al extremo puede ser agotador.
  • El sumiso que dice que sí a todo (y al que todo le parece bien). Quizá un jefe tirano sueñe con contar con estos tipos de empleados en su plantilla, pero un directivo inteligente es consciente de que no son precisamente los trabajadores ideales. Las personas no somos robots: tenemos nuestro propio punto de vista, somos capaces de opinar y de pensar. Tan insoportable puede resultar alguien que está continuamente cuestionando y rebatiendo cada directriz, como ese perfil de persona con cara mustia o con una sonrisa atornillada que siempre está de acuerdo con todo. Ni una cosa ni la otra.
  • El alborotador. Personas intrigantes hay en cualquier grupo que se precie, y las empresas no iban a ser menos. Suelen ser perfiles que recelan de las decisiones con asiduidad y que tienen el poder de movilizar fácilmente al resto de empleados en una situación de conflicto. Qué duda cabe de que habrá momentos en que las quejas o críticas sean lógicas y estén justificadas, pero sabemos que hay personas a las que nada les parece bien y que están enfurruñadas a tiempo completo.
  • El vagoneta. Estos tipos de empleados son los que llegan 20 minutos tarde pero luego se van a su hora clavada, que alargan los cafés más de la cuenta, los que encuentran cualquier excusa para ausentarse del puesto de trabajo y aquellos que se escabullen de sus obligaciones. Porque sí, igual que existen trabajadores impecables e incluso algunos que hacen horas extra por gusto, los hay que no dan un palo al agua, ¿cierto o no?
  • El incompetente. Hay jefes que no dan una, pero también hay empleados incompetentes. Esto es así. Son personas que no cumplen los requisitos que exige el puesto que desempeñan y, la verdad, es mejor no encomendarles tareas cruciales de las que dependa el futuro de la empresa.

Esperamos que estés entre los tres primeros tipos de empleados y, si no, ¡a ponerse las pilas!

 

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